Carta 2, de Séneca a Lucilio

Séneca saluda a Lucilio (versión para el mundo moderno)

Por lo que me cuentas y lo que sé de ti, me alegra ver que estás más tranquilo, sin andar de aquí para allá buscando cambiar de vida. Esa necesidad constante de moverse es señal de que algo no anda bien por dentro. Lo primero que muestra que uno está en paz consigo mismo es poder quedarse quieto, sin necesidad de escapar.

Pero ojo: no te pierdas en leer mil cosas de mil autores sin profundizar en nada. Eso solo te deja más confundido. Lo que de verdad vale es elegir a los buenos, a los sabios, y empaparte bien de ellos. Porque quien quiere estar en todos lados, al final no está en ninguno. Saltar de libro en libro como si fueran estaciones de metro no te da un maestro, solo conocidos de paso.

Piensa en el cuerpo: no se alimenta con lo que se traga y vomita enseguida. Tampoco sana una herida si le cambias el remedio cada dos por tres. Y un árbol no crece si lo estás trasplantando todo el tiempo. Lo que se toma a la ligera, nunca echa raíces.

Así que no te agobies con montañas de libros. ¿De qué sirve tener muchos si no puedes leerlos? Mejor tener pocos y leerlos bien. Me dices: “Hoy me apetece ojear este, mañana aquel”. Ese picoteo constante no alimenta, solo empalaga. Lo variado en exceso no nutre: intoxica. Quédate con los genios de verdad. Y si alguna vez te distraes con lecturas más ligeras, está bien, pero vuelve siempre a los grandes.

Y sobre todo, cada día haz algo que te ayude a enfrentar la pobreza, el miedo a la muerte y las demás penas de la vida. Al final del día, guarda una idea, una reflexión, algo que te haga pensar.

Yo también lo hago: de todo lo que leo, siempre me quedo con una frase. Hoy, por ejemplo, una de Epicuro (sí, a veces me paseo por ideas ajenas, no como traidor, sino como curioso):

“Honorable es la pobreza feliz”.

Pero si es feliz, ya no es pobreza. No es pobre quien tiene poco, sino quien desea demasiado. ¿De qué sirve tener graneros llenos, ganado, dinero en el banco, si nunca te basta, si siempre quieres lo que tiene otro? El verdadero rico es el que disfruta lo que ya tiene, no el que vive deseando más.

¿Y cuál es la medida justa de la riqueza? Primero, tener lo necesario. Después, lo suficiente.

Cuídate mucho.

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